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Las Cuatro Noble Verdades: el inicio del recorrido.

Luego de 6,000 años de historia, haber llegado a la luna, crear una civilización globalmente interconectada, entre otras cosas, el hombre aún no es ecuánime ni feliz. Mucho se ha escrito sobre el tema y grandes movimientos religiosos se han forjado en el intento de lograr dilucidar una respuesta a esta situación. Personalmente, encontré en el Budismo uno de los más completos trabajos. En esta serie de artículos, intentaré plasmar con mis palabras lo que he podido aprender con el fin de discutir y profundizar más sobre el tema.

Empezaré hablando de las Cuatro Nobles Verdades, que son la piedra angular de las enseñanzas de Buda, y cuyo propósito es demostrar la raíz de la infelicidad e intranquilidad del ser humano. Para resolver el problema hay que saber y entender cuál es el problema.

Tal vez el mayor malentendido al momento de estudiar las Cuatro Nobles Verdades es la traducción de la palabra dukkha de la lengua pali. Los primeros traductores de las enseñanzas budistas buscaron palabras parecidas en sus respectivos lenguajes, aunque no fueran del todo fieles al significado original. La traducción más diseminada que conocemos es sufrimiento, pero esta no es la más adecuada. Realmente en ninguno de los lenguajes occidentales existe una palabra que englobe la complejidad del concepto de dukkha; la que más se asemeja es insatisfacción. Tildar la vida de sufrimiento es un error, ya que da la impresión de que todo causa este efecto, lo cual no es cierto. Las cosas de la vida pueden causar tanto sufrimiento como felicidad, pero como veremos, todas serán insatisfactorias ante nuestros ojos.

Las Cuatro Nobles Verdades:

1.  La vida es dukkha. Las cosas, los seres vivos, las situaciones y todo lo que compone nuestra existencia en este mundo posee, entre otras cosas, las siguientes características:

  • Son esencialmente insatisfactorias: al examinarlas nos damos cuenta de que por más que queramos, siempre habrá algo que hará que todo sea imperfecto ante nuestros ojos. Por tanto, nada nos satisfará por completo.

    Supernova: hasta el sol es efímero.

  • Efímero: nada es eterno, todo cambia, todo tendrá fin. Por tanto, no podemos contar con que será siempre igual o siempre estaahí.

2.  El origen de dukkha. La razón del sufrimiento e intranquilidad radica en la ilusión a que nos aferramos; vemos el mundo basándonos en lo que queremos que sea y no en lo que es. Ponemos nuestras intenciones a merced de esta ilusión haciendo que nuestras acciones estén basadas en algo irreal, por lo que el resultado usualmente es insatisfactorio. En ese momento, cuando nos damos cuenta de la naturaleza de lo que hicimos u obtuvimos, nace el deseo de buscar otra cosa que sí sea satisfactoria o hacer que eso que no llegó a serlo lo sea. Por lo tanto, nunca somos felices o ecuánimes, ya que lo que designamos como la fuente de nuestra felicidad tampoco lo es.

3.  Cese de dukkha. Existe una forma de evitar que se forme esta ilusión impidiendo que nuestra ecuanimidad y felicidad se vean atadas al deseo o a algo irreal.
4.  El camino para lograr el cese de dukkha. La salida de este ciclo provocado por la ilusión es lo descrito en el Noble Sendero Óctuple. En este, se busca obtener tres cosas:

  • Sabiduría: ésta se consigue examinando la vida a nuestro alrededor para entender y aceptarla por lo que es. En base a esto podemos sentar nuestras intenciones de forma correcta y encaminar nuestra vida por senderos de crecimiento personal.
  • Conducta ética: utilizando una conducta digna en nuestra vida personal y de trabajo podemos reforzar ese crecimiento personal exteriorizándolo hacia nuestro ambiente. En esencia, ponemos en práctica las intenciones basadas en la realidad y el crecimiento personal alcanzado.
  • Esfuerzo adecuado: la capacidad de poner el esfuerzo adecuado para cultivar la sabiduría adquirida. Lograr desprendernos del ciclo de la ilusión no es algo fácil, sobre todo en un mundo basado en él. Por tanto, estar dispuesto a trabajar diligentemente para lograrlo es primordial.

El sendero por el que las Cuatro Nobles Verdades me guía no intenta eliminar los problemas ni el dolor, más bien, me enseña a ver que son inevitables y que debo lidiar con ellos. En mi sociedad, fóbica ante la noción del dolor y los problemas, aprendí que el consumismo y otras actitudes son usados para enterrar en lo más profundo de la mente cualquier cosa que pueda atentar contra nuestra felicidad. Esto poco a poco me robó la personalidad y la propia felicidad que quería salvaguardar. Me sumergió en un ciclo de consumo y falsas ilusiones que no cumplieron su prometido, y hasta cierto punto, hizo las cosas peores.

“Esto cambiara mi vida” 😀

Las Cuatro Nobles Verdades me dieron una solución al problema. A diferencia de lo que la sociedad moderna me decía, la felicidad, tranquilidad y ecuanimidad nacen dentro de nosotros, y son el fruto de nuestros pensamientos, esfuerzos y acciones. Afrontando y aceptando la vida como es permite que la misma tome otro matiz. Se pierde el sentido de confrontación y lucha y en su lugar se desarrolla uno de aceptación y transformación más natural. Esto me ha permitido disfrutar mucho más de las cosas de la vida y ya no aferro a ellas mi felicidad y bienestar, son lo que son.

En el siguiente artículo hablare del Noble Sendero Óctuple, la esencia de la solución que Buda dilucidó como herramienta para superar el sufrimiento y la insatisfacción.